viernes, abril 08, 2011

En China también apapachan a sus muertos

El Día de Muertos es mi festividad favorita, no sólo porque despierta muchos recuerdos de mi infancia, sino porque está llena de color, alegría, olores y tradiciones, tanto prehispánicas como del México moderno. Tan mágica es esta celebración que la UNESCO la catalogó como obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad.

La fiesta del Qingming en China, conocida también como Día de Barrido de Tumbas, me recuerda el Día de Muertos en México. Nunca imaginé que del otro lado del continente americano, a 10 mil kilómetros de distancia, los chinos honraran a sus muertos de una manera tan parecida a la nuestra.

A principios de abril, miles de familias chinas acuden a los cementerios a visitar a sus difuntos, les llevan flores, incienso, limpian sus tumbas, las adornan, retocan sus nombres con pintura, y sobre las lápidas colocan ofrendas con los alimentos que les gustaban, incluso cajetillas de cigarros o botellas de una bebida alcohólica de arroz llamada mi jiu.

Cementerio Babaoshan
Foto: Juan Carlos Zamora
Cementerio Babaoshan
Foto: Gabriela Becerra




















Cementerio Babaoshan
Foto: Gabriela Becerra




Foto: Gabriela Becerra





















Foto: Gabriela Becerra
Desde temprana hora, las familias van a los panteones con arreglos florales, tanto de plástico como naturales, que oscilan entre los 10 y 60 yuanes (20 y 120 pesos), embellecen las tumbas de sus seres queridos tras un año de olvido, realizan frente a ellas algunas oraciones, o se inclinan una y otra vez en señal de respeto, queman incienso y billetes sin valor, como una forma de asegurarles a sus muertos la fortuna en la otra vida.

Tanto la etnia Han, a la cual pertenece el 90 por ciento de la población china, como las otras etnias minoritarias, hacen ofrendas a sus antepasados durante la fiesta del Qingming.

Al igual que el Día de Muertos en México, el Qingming combina la alegría con la tristeza. Por un lado, los chinos recuerdan a sus difuntos, pero por otro celebran la llegada de la primavera.

De hecho, la fiesta Qingming es una de las 24 divisiones que los chinos hacen de un ciclo de tiempo. Cada división marca el inicio de un nuevo proceso natural. En este caso, el Qingming indica que es el momento de arar y sembrar los campos.

En mandarín, Qingming quiere decir claro y brillante, porque así son los días durante esta temporada del año. No por nada, a esta celebración también se le conoce como Día de la Claridad Pura.

Como marca el inicio de la primavera, en el Qingming las familias acostumbran ir a las montañas o parques a admirar las primeras flores que ofrece esta temporada, así como a los templos budistas o taoístas a pedir bendiciones y buena suerte, tanto para ellos como para sus antepasados.

Temblo budista de Badachu
Foto: Gabriela Becerra

Templo budista de Badachu
Foto: Gabriela Becerra













Foto: Gabriela Becerra

Y como reza el refrán “A donde quiera que fueres haz lo que vieres”, me uní al festejo del Qingming y acudí al cementerio de Babaoshan, célebre porque en él descansan los restos de importantes personajes de la vida política y militar de China. Además, visité la montaña Badachu, ubicada al oeste de Beijing, y el monasterio budista que ahí se encuentra.


Primeras flores de la primavera
Foto: Juan Carlos Zamora

























martes, abril 05, 2011

Los chinos, los nuevos ricos del barrio

El crecimiento económico de China no sólo se refleja en sus indicadores económicos que sorprenden a todo el mundo, sino también en el poder adquisitivo de sus habitantes, quienes abarrotan centros comerciales, tiendas departamentales, restaurantes, sitios de entretenimiento y lugares turísticos.

Estos sitios están a reventar los fines de semana y días feriados, sobre todo cuando hay ofertas.

Hoy en día, muchos jóvenes gastan el fin de semana con sus amigos en los enormes centros comerciales, y cuando digo enormes, por favor, créanme. Ahí comen, toman el café (de moda entre ellos), disfrutan del helado, pero sobre todo, compran casi todo lo que se les pone enfrente, desde ropa, bolsas y zapatos de mala calidad, hasta productos de lujo como relojes Rolex o joyería artesanal de rubíes y esmeraldas.

Sábado, diez de la mañana, estación del metro Xidan, los vagones abren sus puertas y la gente, principalmente jóvenes, sale disparada como si se les hiciera tarde para ir al trabajo. Ríos de gente suben las escaleras y la mayoría se dirige a la salida A.


Foto: Gabriela Becerra

Afuera, marcas como Zara, Calvin Klein, Dior, Guess y Gucci, entre otras, aparecen en grandes pantallas digitales y anuncios espectaculares, con hermosas modelos occidentales promocionando sus productos.

Foto: Gabriela Becerra

De acuerdo a su bolsillo o tarjetas de crédito, los ríos de jóvenes se dispersan e internan en los grandes edificios para entregarse al desenfrenado mundo de las compras.


Foto: Gabriela Becerra

Todo este complejo comercial a las afueras del metro Xidan está compuesto de varios edificios de entre diez y 12 pisos, así como de pequeños comercios. Es el preferido de los jóvenes de Beijing por varias razones, encuentran lo que buscan, hay variedad y buenas ofertas, pero sobre todo, es para todos los bolsillos. Ahí se reúnen las grandes marcas, pero también la producción de los pequeños fabricantes. Además es enorme, dos días no bastan para recorrerlo.


Foto: Gabriela Becerra

Es increíble la cantidad de chinos que acuden al lugar. A pesar de que los centros son grandes, todos los pisos están llenos, desde el primero donde se venden cremas, cosméticos, joyería y perfumería, pasando por los demás pisos de ropa, zapatos, accesorios, salones de belleza y restaurantes, hasta los últimos donde venden electrodomésticos, cámaras fotográficas, celulares, y blancos. Desde luego, no falta algún complejo comercial que tenga también salas de karaoke y cine incluido. Un mundo muy seductor, donde hasta el más ahorrador puede terminar poniendo en riesgo sus finanzas.

Durante los festejos tradicionales chinos y los occidentales, como la Navidad o el Día de San Valentín, hay lluvia de descuentos en la mayoría de los centros comerciales, marcas y productos.

Si bien es cierto que parte de los días feriados se disfrutan con la familia, otra buena parte se invierte en los centros comerciales, y aunque muchos ignoran el significado de la Navidad, incluso piensan que se celebra el nacimiento de Santa Claus, lo que sí tienen bien claro es que durante esos días hay descuentos y promociones que no se pueden dejar pasar.


Foto: Gabriela Becerra

¿Este poder de compra lo tienen todos los chinos? Desafortunadamente no, como siempre el campo es lo más castigado. La mayoría de las fuentes de empleo bien remuneradas están en las ciudades, lo que lleva a miles de habitantes de las zonas rurales a emigrar a las urbes.

Las ciudades son para los chinos sinónimo de progreso y desarrollo, y las nuevas generaciones miran con cierto desprecio el campo y a las personas que en él viven. Las ciudades los alejan de todo lo que sus padres y abuelos conocieron, y que ellos no quieren ni imaginar: la pobreza y la carencia. Disfrutan de la ciudad porque es ahí donde está la modernidad, “la civilización”, donde se concentra la riqueza y están los altos salarios y, desde luego, los lugares para gastarlos.

Bienvenidos a la China socialista con “características chinas”.