jueves, febrero 24, 2011

El barrio musulmán de Xi´an, una mezcla de culturas y sabores

Dicen que el amor entra por el estómago y no lo dudo, porque la variedad de platos que ofrecen los chinos de la etnia Hui, que habitan el barrio musulmán de la ciudad de Xi´an, hace que los visitantes siempre quieran regresar.

Más que un barrio parece un auténtico mercado por la mezcla de sabores, el colorido de los platos, la algarabía de la gente, y el grito de los cocineros invitando a los comensales a probar sus platillos.

Foto: Gabriela Becerra

Localizado en el centro histórico de la ciudad amurallada de Xi´an, de la provincia de Shaanxi, el barrio musulmán ha sido históricamente ocupado por la etnia Hui, que ha mantenido sus tradiciones religiosas a través de los años.

Se calcula que en Xi´an hay alrededor de 50 mil musulmanes de la etnia Hui, la mayoría se concentra en este barrio que se desarrolló alrededor de la Gran Mezquita, construida en 1360.

Llena de tradición y colorido, esta comunidad atrapa a decenas de visitantes y lugareños que acuden a consentir su paladar con una interesante combinación de sabores chinos y musulmanes.

Los tallarines, caldosos o secos, picantes o con carne, son los más solicitados; pero no se quedan atrás las brochetas de cordero, res, tripas, pulpo y otras carnes exóticas. Mientras que las típicas hamburguesas chinas de Xi´an es algo que debe incluirse en la degustación.

Foto: Gabriela Becerra

Y claro, al ser un barrio árabe el pan, dulce o con especias, es otro de los protagonistas, así como los frutos secos, entre ellos duraznos, dátiles, pasas, nueces, almendras y castañas.

Foto: Gabriela Becerra

Por cierto, es la primera vez que en China veo jugos naturales. Los habitantes de otras ciudades no los acostumbran, prefieren tomar té o bebidas saborizadas embotelladas. Pero en este barrio se puede disfrutar del zumo de la caña, la granada y la piña.

En cuanto a los postres también hay gran variedad. Venden un pastel elaborado con un tipo de arroz pegajoso que a los chinos les gusta mucho y con el que preparan numerosos platillos. Su cubierta es de chocolate y la rebanada la venden como si fuera una paleta, porque le ensartan un palito. Hay otra tarta muy parecida, pero más delgada, hecha también con arroz pegajoso y rellena de chocolate.


Foto: Gabriela Becerra

Si de darle rienda suelta al paladar y experimentar nuevos sabores se trata, lo mejor opción es caminar por las alegres y coloridas calles del barrio musulmán de Xi´an.

Hay que ser Guerrero en Xi´an para llegar a los Terracota

El tema del transporte en China me ha llevado en más de una ocasión a mover la pluma. Esta no es la excepción, ya que casi pierdo el avión por falta de un taxi que me llevara al aeropuerto.

Con tres horas de anticipación a mi vuelo, busqué un taxi para que me trasladara de la Pagoda del Ganso Salvaje, ubicada al sur de la ciudad de Xi´an, a la terminal aérea.

Durante más de una hora hice la parada a decenas, pero todos pasaban llenos y había mucha gente también esperándolos. Parecía que se habían puesto de acuerdo para tomar el transporte justo a esa hora.

Como el tiempo se extinguía, abordé un mototaxi para que me llevara al centro de la ciudad. Si no hubiera sido por su conductor, que se metía en el espacio más pequeño que dejaban los autos, se le atravesaba a los autobuses sin la menor precaución, y les aventaba la moto a los peatones, hubiera perdido el vuelo. Nunca le dije que llevaba prisa, esta es simplemente la forma en la que la mayoría de los chinos suele conducir.

En China, sus más de mil 300 millones de habitantes compiten todos los días por un asiento en el metro o autobús, un boleto de tren o avión, o un taxi.

Aunque Xi´an, la capital de la provincia de Shaanxi, que se ubica en el centro de China, no es una ciudad tan grande como Beijing o Shanghai, tiene serios problemas para movilizar a sus habitantes.

Un fin de semana en Xi´an no sólo bastó para sorprenderme de la grandeza de los Guerreros Terracota, sino también para observar las difíciles condiciones en las que sus habitantes tienen que movilizarse.

En las paradas de los autobuses se hacen larguísimas filas; a las afueras de la estación del ferrocarril decenas de personas se forman para entrar o comprar boletos, mientras que otras deambulan en lo que llega la hora de su partida, y en la terminal de autobuses reina un desorden que entorpece la circulación.

Foto: Gabriela Becerra

A esto hay que sumarle el tráfico en determinados puntos de la ciudad por la gran cantidad de autos que se han incorporado a la calles. No por nada, el año pasado China se convirtió en el mayor mercado de automóviles en el mundo, desplazando a Estados Unidos.

Incluso, el alto poder adquisitivo de sus habitantes, producto del sorprendente crecimiento económico, se refleja hasta en los modelos de autos que manejan.

BMW, Audi, Mercedes-Benz, Honda y Volkswagen son algunas de las marcas que circulan no sólo en Xi´an, sino en todas las ciudades chinas que he visitado.

Lo que a su vez ha desatado otro fenómeno social: la prepotencia de los conductores.

Dar la prioridad al peatón es una de las reglas básicas de la cultura vial, pero en China se aplica al revés, la gente se detiene para brindarle el paso a los automóviles.

En Xi´an, por ejemplo, cruzar las avenidas es toda una aventura, porque los carros en ningún momento se frenan, incluso aceleran para no dejar pasar a los peatones y a los ciclistas, quienes los torean poniendo en riesgo su vida.

¿Y para los turistas?

Y si movilizarse es Xi´an es difícil para los chinos, imaginen lo que es para un extranjero. Si el visitante decide ir por su cuenta y prescindir de los paquetes de las agencias turísticas, se las tiene que arreglar como pueda.

En la terminal de autobuses, sale uno que va al museo donde están los Guerreros Terracota. Pero en medio del caos, no existe ninguna señalización en inglés que indique donde se encuentra, todo está en caracteres chinos.


Foto: Gabriela Becerra

No faltó quien se aprovechara de mi incipiente manejo del mandarín e invitara a subirme en otro autobús. Al final encontré uno (el número 306) que por siete yuanes (como 15 pesos) me llevó al sitio histórico.

Pero eso no fue todo. Al salir del museo me acerqué a los taxistas para negociar mi traslado a la Pagoda del Ganso Salvaje, que se encontraba como a media hora.

Como siempre, buscaron sacar ventaja y al ver que el precio se me hacía excesivo, montaron una treta haciéndome creer que unas chinas iban para el mismo rumbo y dividiríamos el costo del viaje.

Al final, negocié un mejor precio con otro taxista. En ir sorteando las estafas que algunos chinos le hacen a los extranjeros se pierde mucho tiempo.

Aunque los Guerreros de Terracota en Xi´an son la razón por la que muchos turistas visitan China, me sorprende que no existan las condiciones necesarias para que puedan trasladarse de un lugar a otro sin tener que pasar por el caos, la confusión y el abuso.

Como turista padecí este ajetreo, sobre todo porque estuve a punto de perder mi vuelo, pero como periodista me gustó la experiencia, ya que sólo viajando como lo hacen los chinos se descubre la realidad que viven, y no la que nos quieren contar.


Foto: Gabriela Becerra

    
                

lunes, febrero 14, 2011

La Gran Muralla cubierta de nieve


He visitado la Gran Muralla china en tres ocasiones y no deja de sorprenderme. Como ya la había visto en primavera y verano, no me la quería perder vestida de blanco, así que aproveché la segunda nevada del año en Beijing y me lancé a conocer El paso Juyongguan, que está como a una hora de la ciudad.

La Muralla cambia de rostro según la temporada. Durante la primavera las montañas que la rodean lucen verdes y con algunas flores silvestres. En verano visten con un verde intenso. En otoño las hojas de los árboles se tiñen de amarillo y marrón, una escena que todavía me falta contemplar.

Mientras que en invierno, el paisaje es un tanto gris, porque todo está seco, pero cuando cae nieve se pinta de blanco; y si aparecen los rayos del sol, también se puede disfrutar del plateado.

Como es el punto más cercano a Beijing y no disponía de mucho tiempo, me decidí por El paso Juyongguan, uno de los tres mayores accesos a la Gran Muralla y sitio estratégico durante diferentes dinastías, debido a que conectaba con la capital.

Foto: Juan Carlos Zamora


Durante las diferentes dinastías que gobernaron China, los pasos fueron construidos en los caminos importantes y estaban protegidos por varios muros, donde se acantonaba el ejército imperial.

En el caso de Juyongguan observé construcciones interesantes, como las torres en forma de prisma que coronan la parte superior de la muralla, que junto con las atalayas formaban una red de comunicación militar.

Foto: Gabriela Becerra


También vi las famosas troneras, es decir, aberturas en los costados de la muralla para disparar flechas u otras armas de artillería. Sin duda, Juyongguan fue un importante punto de defensa militar.

Aunque sé que nunca conoceré completamente la Gran Muralla, una serpiente de piedra de más de siete mil kilómetros de largo, que se extiende desde las montañas de Corea hasta el Desierto de Gobi, tengo al menos que visitar los tramos de Badaling, Mutianyu y El paso Shanhaiguan, donde uno de sus extremos se une al Mar de Bohai, en el Océano Pacífico.

Por lo pronto, ya conozco el tramo Simatai-Jinshanling, de diez kilómetros, que caminé por cinco horas, una de las experiencias más bellas que he tenido.

Con sus muros, pasos, atalayas y torres, construidos y reconstruidos por diferentes dinastías en más de mil años, la Gran Muralla se va robando parte de mí en cada paso que doy sobre ella.

Foto: Juan Carlos Zamora



Foto: Gabriela Becerra

sábado, febrero 12, 2011

Egipto dice adiós a Mubarak

Ha caído el dictador. Ayer me fui a la cama sabiendo que el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, decidió permanecer en el poder, lo que había enfurecido a su pueblo. Pero esta mañana me convencí de que las revoluciones son posibles en el siglo XXI.  De que existen jóvenes con la ilusión de transformar su presente y ciudadanos que, a pesar de sus diferencias religiosas, son capaces de unirse para derrocar un régimen autoritario y construir una democracia.

La revolución de Egipto debe contagiarnos, porque el triunfo de un pueblo, lo es también de la humanidad. Porque independientemente del país de donde seamos, del régimen político que nos gobierne o la cultura de nuestros pueblos, todos tenemos el derecho de soñar y luchar por un mañana distinto.

Aunque nada asegura que el proceso de transición vaya a ser realmente democrático, nadie puede negar que el hecho por sí mismo es un parteaguas en la vida política y social del país árabe.

Los egipcios han logrado derribar a un hombre sediento de poder, alguien que quería seguir gobernando a través de sus hijos y sobrinos, pero todavía les falta construir un país donde se escuchen todas las voces, donde se defina el rumbo que habrán de seguir y la forma en que elegirán a sus nuevos gobernantes, ésa es la verdadera meta, la que muchos movimientos sociales extravían en el camino, ya sea por desorganización, intereses encontrados, ambición o traición.

Después de 18 días de protestas y uno que otro enfrentamiento entre opositores y partidarios de Mubarak, los egipcios están desgastados, pero la euforia de la victoria que hoy estalla en sus corazones, debe alcanzarles para el proceso más difícil que está por comenzar: la transición.

No será sencillo, sobre todo por el activismo de Estados Unidos en el conflicto, que tras la partida de Mubarak declaró que “prestará la ayuda que sea necesaria para conseguir una verdadera transición a la democracia”.

El país norteamericano también ha dejado claro que mueve sus piezas como mejor le conviene. Aunque respaldó la dictadura del gobierno de Hosni Mubarak por 30 años, le dio la espalda cuando observó que los manifestantes tenían la firme determinación de tumbarlo del poder.

Como se dice en México, le midió el agua a los tamales. Sabía que si apoyaba a Mubarak su ya desgastada imagen de promotor de la democracia iba a ser todavía más cuestionada, como empezaban a hacerlo diferentes medios de comunicación.

Si de tontos no tienen un pelo. Así que vieron de qué lado mascaba la iguana, y optaron por pedirle a Mubarak que escuchara el clamor de su pueblo y “tomara una decisión valerosa”.

Estados Unidos quería enviarle al mundo la señal de que simpatizaba con los manifestantes y que se mantendría al margen del conflicto, aunque en el fondo sabemos que no cederán del todo el timón a los egipcios, al menos cuando sus intereses se vean afectados.

Aunque Mubarak descartó a Omar Suleiman, aliado de Estados Unidos y pieza clave en el conflicto, para asumir el control temporal de Egipto, dejó al Ejército al mando, lo que también beneficia al país norteamericano, porque es quien lo instruye y mantiene.

Esperemos que Estados Unidos utilice su influencia sobre el Ejército de manera positiva y no entorpezca la transición. Ya tiene una deuda con el mundo, pues en Irak no logró construir un régimen democrático y se negó en varias ocasiones a retirar sus tropas del territorio, donde combatieron por siete años, durante los cuales miles de civiles perdieron la vida y el país quedó sumido en el caos.

Hace un mes, Túnez puso el ejemplo, Egipto lo secundó, y hoy la ilusión de cambiar la realidad, de construir un mejor porvenir comienza a encubarse en otros países de Oriente Próximo, como Argelia, Marruecos, Yemen y Libia.

Aunque algunos expertos en el tema han advertido que podría darse el efecto dominó, precisan también que cada país tendría que hacerlo a su ritmo.

Por ahora, Argelia está convocando a través de Facebook a manifestarse en todo el país y en el extranjero. No cabe duda que Internet y sus redes sociales también están teniendo un papel protagónico en aquel país africano, como sucedió con Túnez y Egipto. Habrá que esperar a ver cómo se desarrollan los hechos.

Mientras tanto, los egipcios tienen una gran tarea por delante, pero hoy se sienten orgullosos de su triunfo, se abrazan unos a otros hasta las lágrimas. Incluso los militares, que al principio observaban cautelosos el furor de su pueblo no resistieron más y se unieron al júbilo que en este día reina en el país árabe más poblado.

Contagiémonos pues de la alegría y el triunfo de un pueblo, porque hoy más que nunca el mundo está obligado a soñar.

China provoca nevadas para mitigar la sequía

Beijing puede sorprenderte de un día a otro. Hace unos días la capital estaba soleada, las temperaturas iban en aumento, el termómetro había llegado a los 11 grados. Pensé que la primavera estaba a la vuelta de la esquina esperándome con una cerveza bien fría.

Pero en los primeros minutos del pasado 10 de febrero, finos copos de nieve pintaron, poco a poco, la ciudad de blanco.


Foto: Gabriela Becerra


Sin embargo, la nevada no era obra de la naturaleza, sino del gobierno chino que había bombardeado las nubes para darle de beber un poco de agua al norte y este del país, que enfrentan la peor sequía desde hace 200 años, la cual ha dejado sin el vital líquido a 2.6 millones de personas.

Pero el gobierno no sólo puede hacer nevar, sino también manipular la lluvia bombardeando nubes con yoduro de plata, bien desde una avioneta o desde el suelo con cohetes.

Por cierto, esta técnica también la puso en práctica en los días previos a los Juegos Olímpicos 2008, para eliminar los cielos grises y contaminados que afectaban la imagen que China quería darle al mundo.

Ya me había encariñado con el calorcito que comenzaba a sentirse en Beijing, pero ver la nieve otra vez, aunque sea artificial, me hizo recordar mi primer encuentro con China.


Foto: Gabriela Becerra


Ojalá que el bombardeo alivie la sed del norte del país porque mi bolsillo pronto resentirá los efectos de la sequía, pues al perderse los cultivos se pondrá en riesgo la alimentación del país más poblado del mundo, y los productos del campo se encarecerán.

Por lo pronto, espero que estas medidas y los mil millones de dólares que el gobierno chino destinará para aliviar la sequía sean suficientes.


Foto: Juan Carlos Zamora

viernes, febrero 11, 2011

Beijing viste traje de luces para recibir el Año Nuevo


No cabe duda que los chinos son los reyes de la pirotecnia y esto lo demuestran cuando reciben el Año Nuevo de su calendario lunar.

Aunque en Beijing, la capital de China, los cohetes se lanzan a todas horas en los días previos a esta celebración, lo que se ve y escucha a las cero horas del nuevo año no tiene parangón.

Desde la terraza de un edificio en el centro de la ciudad, escuché como el cielo retumbó la medianoche del pasado 2 de febrero, como si se estuviera partiendo en dos. Se estremecía en cada explosión. La ciudad estaba siendo bombardeada con luces multicolores.

De norte a sur, de este a oeste, el cielo se iluminó durante casi una hora y el ruido ensordecedor paralizó Beijing, que contemplaba jubilosa sus fuegos artificiales, un espectáculo que deja boquiabierto hasta el más apático al festejo.

Era el tiempo y la tradición quienes citaban, como cada año, a millones de beijineses.  Reunidos en familia, un requisito casi indispensable para recibir el Año Nuevo y la Fiesta de la Primavera, que también comienza ese día, los habitantes de la capital lanzaron al cielo fuegos de todos los tamaños, formas y precios.
  
La fiesta más importante del país es patrocinada por los ciudadanos. Son ellos quienes destinan parte de sus ingresos en comprar una buena dotación de pólvora. Es su alegría y sus creencias lo que los motiva a unirse para celebrar.


En diferentes puntos se Beijing hay puestos autorizados donde se venden todo tipo de fuegos pirotécnicos. Foto: Gabriela Becerra


La fabricación de fuegos artificiales fue uno de los primeros usos que los chinos le dieron a la pólvora desde que la inventaron, y se han convertido en verdaderos maestros.

Aunque ya había celebrado el Año Nuevo occidental, basado en el calendario gregoriano, la alegría de los chinos me contagió aquella noche y, acompañada de otros extranjeros, recibí con fiesta el Año del Conejo en esa terraza de vista panorámica, desde donde se veía la Torre del Tambor, algunos hutongs y la Torre Central de Televisión.

El viento gélido que llegaba hasta el balcón nos hizo tiritar de frío durante la hora que duró el espectáculo, pero nadie quería perderse un segundo de la escena que enfrente teníamos.

Aunque algunos extranjeros llevan años viviendo en Beijing no dejan de sorprenderse con el juego de luces, porque según me comentaron, nunca han visto nada parecido en sus países.

Tampoco he visto algo parecido en México, a pesar de ser un país en donde casi todos los días del año se lanzan cohetes en honor a algún santo. Por eso, aquella noche simplemente me dejé abrazar por el júbilo que inundaba la ciudad de Beijing, y con copa en mano dije a salud de todos ¡xin nian kuai le!


El gobierno permite la quema de fuegos artificiales sólo durante 15 días, a partir del Año Nuevo chino. Foto: Gabriela Becerra

La quema de cohetes es una de las actividades favoritas durante la Fiesta de la Primavera. Foto: Gabriela Becerra


Los invito a ver un video sobre esta fiesta. 



martes, febrero 08, 2011

Una China multicultural


En México hay gente que se refiere a los chinos, japoneses, coreanos, filipinos, vietnamitas, y todo aquel que tenga ojos rasgados, como si fueran lo mismo y habitaran un sólo territorio.  Aunque todos son asiáticos, existen profundas diferencias entre ellos, desde el idioma, las costumbres y tradiciones, hasta la organización política. En fin, cada uno tiene su propia cultura. 

Tan sólo en China, una superficie casi cinco veces más grande que la de México, conviven 56 grupos étnicos. Cada región que ellos habitan es un mundo pequeño y distinto. 56 formas diferentes de contemplar y asimilar la vida. 

Aunque la etnia Han es la más numerosa y representa más del 90 por ciento de la población nacional, la existencia de los demás grupos étnicos le da un toque de alegría, diversidad y color a la  cultura china, que se puede apreciar en los distintos dialectos, indumentaria, instrumentos musicales, artesanías, leyendas, arquitectura, cantos y gastronomía.

Creo que el día que tenga la oportunidad de convivir con algunas etnias en sus  regiones habré conocido realmente China.

Mientras eso sucede, aprovecho las vacaciones de la Fiesta de la Primavera para visitar el Museo de las Etnias y el Parque de las Etnias. Aquí les mando unas fotos tomadas en el Museo de las Etnias



Etnia Miao
Foto: Gabriela Becerra






Etnia Blang
Foto: Gabriela Becerra

Etnia Mongol
Foto: Gabriela Becerra






lunes, febrero 07, 2011

Un viaje a 327 km/hr.


Los había visto en fotos cuando estaba en México, había escuchado hablar de ellos, pero esta vez viajé en uno a 327 kilómetros por hora. Mi curiosidad por ir a Tianjin tenía que ver más con subirme en un tren de alta velocidad que por conocer esta ciudad, una de las más pobladas de China.
Foto: Gabriela Becerra


Mi asombro comenzó desde que llegué a la estación sur del ferrocarril de Beijing, la más grande de Asia, que sólo cuenta con trenes de alta velocidad y fue inaugurada en 2008, con motivo de los Juegos Olímpicos.

A diferencia de otras que he conocido en China, esta no parecía una estación de tren, sino que, por su extensión, servicios, tecnología y diseño se asemejaba más a un aeropuerto.

Su estructura ovalada, de 320 mil metros cuadrado, cuenta con una sala de espera que tiene la capacidad para recibir a 10 mil pasajeros. Además, dispone de 24 plataformas para transportar a más de 30 mil viajeros por hora.



Foto: Gabriela Becerra

Su modernidad se puede apreciar en cualquier detalle, desde las máquinas que te venden los boletos, con un sistema en chino e inglés que indica los destinos, horarios, precios y demás información sobre las rutas, hasta las puertas y escaleras eléctricas para entrar a los andenes. Sin olvidar desde luego la modernidad de sus trenes. No hay pasajero que se resista a tomarse la foto con el protagonista de la estación.

Foto: Juan Carlos Zamora


Toda esta similitud con los aeropuertos y sus aviones no es mera coincidencia. China le está apostando fuerte a los trenes de alta velocidad. Incluso algunas aerolíneas han reconocido que representan una competencia muy fuerte, pues los pasajeros consideran que son más prácticos (no hay que estar dos horas antes en la terminal para documentar), baratos, puntuales y seguros.


Si las aerolíneas no quieren que los trenes de alta velocidad les coman el mandado, tienen que ofrecer al viajero otros incentivos. Algunas ya lo han hecho, como China Eastern Airlines, que tras la inauguración de la  línea de alta velocidad Shijiazhuang-Taiyuan, bajó sus precios. Mientras que otras han firmado acuerdos con los aeropuertos para mejorar su puntualidad.

En ese sentido, los trenes de alta velocidad si se toman la puntualidad muy en serio. Lo comprobé. Una vez que ocupé mi asiento y el reloj marcó las 10:30 horas en la pantalla electrónica del vagón, como lo indicaba el boleto, el tren partió.

En esa misma pantalla observé también cómo la velocidad iba ascendiendo hasta alcanzar los 327 kilómetros por hora, sin un sólo zarandeo o ruido, una estabilidad que me dejó sorprendida.

A través de la ventana vi pasar en varias ocasiones, como de ráfaga, los trenes que iban en sentido contrario, recordándome la velocidad a la que viajábamos sin apenas percibirlo.

Por un momento cruzó por mi mente lo que pasaría si el tren se impactara a 327 kilómetros por hora. Recordé algunos estremecedores accidentes de tren que han sido noticia. ¿Qué pasajero no se ve asaltado de repente por estos fatídicos pensamientos?

Para mi tranquilidad, me enteré después de que el tren de alta velocidad es el vehículo de transporte más seguro del mundo, y el que menos víctimas mortales deja, superando al avión.

Durante mi trayecto a Tianjin también me distraje observando a las edecanes que, con su look parecido al de las azafatas de las aerolíneas, vendían réplicas en miniatura del tren de alta velocidad, un souvenir que muestra el orgullo de China por su red ferroviaria de alta velocidad, la más larga del mundo, con 7 mil 531 kilómetros.


Foto: Gabriela Becerra



Debo decir que el gigante asiático no sólo cuenta con la red ferroviaria más extensa, sino con el tren más rápido del mundo, que une la ciudad de Wuhan con la de Cantón, en el sur del país, a una velocidad de 350 a 400 kilómetros por hora.

Pero no sólo eso, China cuenta con el único tren de levitación magnética del mundo en uso comercial (de tecnología alemana), que funciona bajo el principio de rechazo de los polos magnéticos del mismo signo, principio que de niños comprobamos cuando jugamos con imanes. Al rechazarse los polos, el tren consigue despegarse de las vías y, al hacerlo, logra velocidades impresionantes.

Se me olvidaba mencionar que, como en todos los trenes de China, existen diferentes tipos de boletos. En el caso de Tianjin, el de primera clase cuesta 120 yuanes, y en el de segunda hay de 69 y 58 yuanes. Yo compré este último y a cambio me tocó un asiento cómodo y reclinable.

A diferencia de mis anteriores viajes, el boleto no tuve que reservarlo con varios días de anticipación. Por la corta distancia que existe entre Beijing y Tianjin, y debido a la importancia que tiene esta última ciudad, los trenes salen cada 15 minutos.

No cabe duda que China le está apostando fuerte a transportar a sus ciudadanos de una manera rápida y eficiente. Y por eso se ha propuesto en esta década contar con una red de alta velocidad de 16 mil kilómetros, con trenes circulando a 350 kilómetros por hora.


La última vez que viajé en tren, de la ciudad de Cheng de a Beijing, me había quedado con un mal sabor de boca por las difíciles condiciones en las que todavía viajan millones de chinos, pero este trayecto me hizo ver que China realmente está interesada en modernizar su sistema de transporte, aunque le llevará varios años si tomamos en cuenta la extensión de su territorio.

Si China sigue invirtiendo en trenes de alta velocidad, no sólo le ahorrará a los pasajeros tiempo, sino el calvario que muchos tienen que pasar cuando viajan, pues van amontonados en los vagones viejos y mal ventilados, con asientos duros y, en algunos casos, ocupando pasillos y cualquier rincón que encuentren para sentarse.


martes, febrero 01, 2011

Mensaje de bienvenida

Hace más de un año recibí una propuesta para trabajar en Radio Internacional de China. Tenía sólo dos semanas para dar una respuesta. Acepté, y en menos de tres meses, mi vida se transformó desde el primer día en que pisé esta tierra milenaria.

A más de 10 kilómetros se quedaba mi antiguo trabajo, mi familia, amigos y pertenencias. Todo volvía a empezar.

Ha pasado más de un año, y no me arrepiento de la decisión que tomé. En este año he visto cosas que me han sorprendido por su belleza, y otras que me han decepcionado.

He probado nuevos sabores, adoptado nuevos amigos, escuchado otras lenguas y contemplado diferentes horizontes. Vaya, en pocas palabras, mi visión del mundo y el ser humado ha cambiado en muchos sentidos.

He descubierto que de este lado del mapa la gente percibe la vida completamente diferente. Que palabras como “es obvio”, “por lógica”, “por sentido común”, y “así debería de ser”, no deben utilizarse, que las cosas funcionan distinto en cada país.

También me han asombrado las similitudes que existen entre esta lejana tierra y la nuestra. Por ejemplo, los sabores de su comida, así como los trajes típicos, danzas y costumbres de algunas etnias, parecidos a las indígenas en México.

Todo esto es lo que quiero compartir con ustedes en este blog. Busco un espacio interactivo, donde compartan su opinión, lo que piensan o les gustaría saber sobre este país en donde los ojos del mundo se posan ahora. Sean pues bienvenidos.