martes, abril 05, 2011

Los chinos, los nuevos ricos del barrio

El crecimiento económico de China no sólo se refleja en sus indicadores económicos que sorprenden a todo el mundo, sino también en el poder adquisitivo de sus habitantes, quienes abarrotan centros comerciales, tiendas departamentales, restaurantes, sitios de entretenimiento y lugares turísticos.

Estos sitios están a reventar los fines de semana y días feriados, sobre todo cuando hay ofertas.

Hoy en día, muchos jóvenes gastan el fin de semana con sus amigos en los enormes centros comerciales, y cuando digo enormes, por favor, créanme. Ahí comen, toman el café (de moda entre ellos), disfrutan del helado, pero sobre todo, compran casi todo lo que se les pone enfrente, desde ropa, bolsas y zapatos de mala calidad, hasta productos de lujo como relojes Rolex o joyería artesanal de rubíes y esmeraldas.

Sábado, diez de la mañana, estación del metro Xidan, los vagones abren sus puertas y la gente, principalmente jóvenes, sale disparada como si se les hiciera tarde para ir al trabajo. Ríos de gente suben las escaleras y la mayoría se dirige a la salida A.


Foto: Gabriela Becerra

Afuera, marcas como Zara, Calvin Klein, Dior, Guess y Gucci, entre otras, aparecen en grandes pantallas digitales y anuncios espectaculares, con hermosas modelos occidentales promocionando sus productos.

Foto: Gabriela Becerra

De acuerdo a su bolsillo o tarjetas de crédito, los ríos de jóvenes se dispersan e internan en los grandes edificios para entregarse al desenfrenado mundo de las compras.


Foto: Gabriela Becerra

Todo este complejo comercial a las afueras del metro Xidan está compuesto de varios edificios de entre diez y 12 pisos, así como de pequeños comercios. Es el preferido de los jóvenes de Beijing por varias razones, encuentran lo que buscan, hay variedad y buenas ofertas, pero sobre todo, es para todos los bolsillos. Ahí se reúnen las grandes marcas, pero también la producción de los pequeños fabricantes. Además es enorme, dos días no bastan para recorrerlo.


Foto: Gabriela Becerra

Es increíble la cantidad de chinos que acuden al lugar. A pesar de que los centros son grandes, todos los pisos están llenos, desde el primero donde se venden cremas, cosméticos, joyería y perfumería, pasando por los demás pisos de ropa, zapatos, accesorios, salones de belleza y restaurantes, hasta los últimos donde venden electrodomésticos, cámaras fotográficas, celulares, y blancos. Desde luego, no falta algún complejo comercial que tenga también salas de karaoke y cine incluido. Un mundo muy seductor, donde hasta el más ahorrador puede terminar poniendo en riesgo sus finanzas.

Durante los festejos tradicionales chinos y los occidentales, como la Navidad o el Día de San Valentín, hay lluvia de descuentos en la mayoría de los centros comerciales, marcas y productos.

Si bien es cierto que parte de los días feriados se disfrutan con la familia, otra buena parte se invierte en los centros comerciales, y aunque muchos ignoran el significado de la Navidad, incluso piensan que se celebra el nacimiento de Santa Claus, lo que sí tienen bien claro es que durante esos días hay descuentos y promociones que no se pueden dejar pasar.


Foto: Gabriela Becerra

¿Este poder de compra lo tienen todos los chinos? Desafortunadamente no, como siempre el campo es lo más castigado. La mayoría de las fuentes de empleo bien remuneradas están en las ciudades, lo que lleva a miles de habitantes de las zonas rurales a emigrar a las urbes.

Las ciudades son para los chinos sinónimo de progreso y desarrollo, y las nuevas generaciones miran con cierto desprecio el campo y a las personas que en él viven. Las ciudades los alejan de todo lo que sus padres y abuelos conocieron, y que ellos no quieren ni imaginar: la pobreza y la carencia. Disfrutan de la ciudad porque es ahí donde está la modernidad, “la civilización”, donde se concentra la riqueza y están los altos salarios y, desde luego, los lugares para gastarlos.

Bienvenidos a la China socialista con “características chinas”.

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