martes, julio 26, 2011

Cómo conocer China en un solo día




El fin de semana regresé al Parque Cultural de las Etnias de China, hasta ahora mi favorito, el cual se encuentra a unos cuantos metros del Estadio Nido de Pájaro y de la zona olímpica de Beijing.


Este parque-museo cuenta con áreas verdes y lagos. En sus 52 hectáreas se muestra la arquitectura típica de cada una de las 56 etnias que existen en China, tanto de sus viviendas como de algún edificio o monumento simbólico.

Caminar por el parque es como viajar por el territorio chino en un sólo día, porque puedes conocer a grandes rasgos cómo viven las etnias mongola, uygur, bai, kazaka, tibetana, entre otras.

A diferencia de muchos museos que suelen ser aburridos, este es muy didáctico, porque está diseñado para hacerte sentir como si estuvieras en la aldea de alguna etnia. Puedes entrar a las casas, construidas de tamaño natural, para conocer su estilo de vida.

La primera vez que visité el parque era invierno, los lagos estaban congelados y los árboles muertos, aunque el escenario tenía cierto encanto.

En esta ocasión, el verano le dio un toque distinto, la vegetación era abundante y había flores por donde quiera: rosas, girasoles, y claro, los lotos, que en esta temporada extienden sus pétalos.

En Beijing sucede un fenómeno climático que los extranjeros odiamos. Cuando es invierno hay cielos despejados, completamente limpios y azules, pero el intenso frío te impide estar mucho tiempo en la calle, mientras que en verano sucede lo contrario: los días son cálidos, pero con cielos nublados.

Justo así me tocó el día, nublado, húmedo y con 33 grados centígrados, era como estar en un sauna, mi cuerpo parecía una fábrica de sudor.

Pero como iba dispuesta a pasarla bien, el clima, la vegetación y las casas típicas de madera, me hicieron sentir como si estuviera en alguna región tropical de China.

En el parque existen algunas réplicas de construcciones emblemáticas, como la del minarete Emin, una torre de estilo musulmán que se utiliza para convocar a la oración, cuyo original está en Turpan, una ciudad de la Región Autónoma de Xinjiang, en el noroeste de China.

Otra de las ventajas que ofrece el parque es que cada cierto tiempo hay danzas y cantos étnicos, representados por jóvenes que visten trajes tradicionales. 


En ocasiones te invitan a participar de los bailes o algunas actividades folclóricas, como pasó conmigo, que no me hice del rogar y formé parte de una danza de la etnia Tujia, cuyos movimientos eran similares a los de la siembra y la cosecha.

Pero como no todo es miel sobre hojuelas, hubo algunas cosas que no me gustaron del parque. Para ser un lugar tan grande debería tener más restaurantes, ya que te llevas un día completo en recorrerlo, y eso de traer la barriga vacía a nadie le gusta.

Luego de caminar a tientas, pues no había señalización, encontramos un escondido restaurante que ofrecía comida de la etnia coreana. Para colmo, casi no había nada de lo que se mostraba en el menú, así que sólo ordenamos unos pepinos con vinagre, cacahuates y brochetas de cordero, con eso entretuvimos el estómago.

Creo que la falta de restaurantes obedece a que muy poca gente lo visita (es uno de los pocos lugares en Beijing en donde no hay tantos chinos, no sé si por falta de difusión o por el costo del boleto: 90 yuanes, como 180 pesos).

Otra de las cosas que le echaría en cara al parque es que algunas zonas se ven descuidadas, y otras están mal aprovechadas. Sin embargo, vale la pena ser visitado porque te acerca a la forma de vida de las etnias de China. No sólo se disfruta como parque, sino también como museo, y su paisaje te hace olvidar por un momento que estás dentro de la bulliciosa Beijing.

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