miércoles, agosto 31, 2011

Experiencias de mi viaje a Xinjiang. Cuando la naturaleza te consiente

Lunes 8 de agosto, 2011


Después de cuatro horas en auto desde Kashgar he llegado al Lago Karakul. La grandeza del paisaje que lo rodea me intimida cada vez que intento arrastrar la pluma para describirlo.  De aguas cristalinas, que van del azul al verde por el reflejo del cielo y su entorno, el lago está rodeado de impotentes montañas nevadas, de entre todas ellas destaca una con 7 mil 719 metros de altura.

Foto: Gabriela Becerra

Pero esta bella obra de la naturaleza sería una más de no ser porque la comunidad kirguiz vive a su alrededor. Como ya lo he dicho, en la Región Autónoma Uygur de Xinjiang conviven varias etnias, una de ellas es la kirguiz, un pueblo de origen turquido-mongol, cuyos antepasados se remontan a más de 2 mil años atrás.

Hace muchos años, en el siglo VII, la etnia entró por primera vez en contacto con el resto de China, pues su territorio quedó bajo el control imperial. Durante siglos fueron tribus nómadas, pero con el paso del tiempo algunos grupos se establecieron en los alrededores de las montañas Tianshan, que se encuentran como a dos horas de Urumqi, la capital de Xinjiang.

Como tradicionalmente habían sido un pueblo nómada, la vivienda de los kirguiz es muy peculiar, similar al de otras etnias como la kazaka o la mongola. Las yurtas, como se les conoce, son parecidas a una tienda de campaña, pero redonda, como carpa de circo. Su base es de madera, sus paredes como de carrizo, y está cubierta con una manta de lana de borrego, para evitar que se cuele el frío de la madrugada.

Foto: Gabriela Becerra
A pesar de ser una vivienda muy sencilla que hace las veces de dormitorio, sala y comedor, los kirguiz le dan un toque personal al decorarla con terciopelo bordado con chaquira y otros tejidos coloridos de lana. El piso es de madera y también está cubierto con lana de borrego. Simplemente típica y encantadora.

Foto: Gabriela Becerra

Los kirguiz decoran sus yurtas con terciopelo, chaquira y lana de borrego tejida. Foto: Gabriela Becerra
Los kirguiz que se asientan a las orillas del Lago Karakul son gente humilde y hospitalaria que vive del turismo; rentan sus yurtas para pasar la noche por 50 yuanes (como 100 pesos), incluidas dos comidas, así como sus motos y caballos para dar un paseo. Han tenido que aprender algunas frases en inglés y mandarín para poder atender a los visitantes, pues su lengua, al igual que la de las etnias uygur y kazaka, pertenece a la rama de las lenguas túrquicas.

Foto: Juan Carlos Zamora
Conforme cae la tarde veraniega en el Lago Karakul, los debilitados rayos del sol pincelan de diferentes tonalidades las montañas nevadas y el espejo de agua. A cada paso que dan, transforman completamente el paisaje. Quiero robar cada instante, cada trocito de luz, del movimiento del agua, de los camellos, de la gente y su sonrisa, para llevarlo conmigo y no olvidarlo.

Otra de las razones por las que vale la pena visitar este lago es porque el camino que te conduce hasta aquí, la Carretera Kayakórum, es considerada como una de las bellas del mundo por los paisajes de postal que te regala, aunque también una de las más peligrosas por sus constantes derrumbes.

Uno de los bellos paisaje de la Carretera Kayakórum
Foto: Gabriela Becerra
Esta carretera conecta a China, a partir de la ciudad de Kashgar, con Pakistán, y es la pista internacional que se encuentra a una mayor altura sobre el nivel del mar en el mundo. En su punto más alto alcanza los 4 mil 693 metros de altura.

La mayoría de los extranjeros que me encontré en el viaje inician su ruta en Kirguistán, de ahí cruzan a China para visitar Kasghar y tomar la Carretera Kayakórum que los llevará hasta Pakistán. Los que tienen más tiempo se pasan a Nepal y de ahí a la India. Esto de viajar comienza a fascinarme.

El sol terminó su jornada, estos días de verano ha trabajado muy duro. Justo a las 20:30 horas hizo su cambio de turno con la luna, que ahora refleja su imagen en el Lago Karakul. Es hora de ir a la yurta a descansar.

Foto: Gabriela Becerra



A todos los viajeros interesados: en algunas agencias de viaje de Kashgar reúnen grupos para ir al lago en carro, te cobran 150 yuanes, pero la mayoría de los paseos son de ida y vuelta. Si quieres quedarte a dormir en el lago te conviene más ir en autobús, que te llevará al lugar por 50 yuanes. Para este viaje lleva tu pasaporte, porque hay un retén en donde los militares te lo exigen.

El autobús de regreso a Kashgar pasa a las 11:30 de la mañana al pie de la carretera. Desconozco si pasan otros en diferentes horarios. Los habitantes te informarán.
Entrada al Lago Karakul: 50 yuanes
Yurta con dos comidas: 50 yuanes.
No hay baños, sólo letrinas. Tampoco hay para ducharse.
No puedes nadar en el lago porque el agua es para el consumo de la comunidad kirguiz.

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