domingo, septiembre 30, 2012

La Fiesta del Medio Otoño, un día dedicado a la luna


“Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas”,
Jaime Sabines.

En todas las culturas, la luna ha sido motivo de interés e inspiración. Se han creado leyendas, escrito poesías y canciones con su nombre. En China no es diferente, una de las fiestas más importantes del país está dedicada a este satélite.

Cada decimoquinto día del octavo mes del calendario tradicional, los chinos celebran La Fiesta del Medio Otoño, que consiste en contemplar la luna llena, reunirse con la familia y comer unos panes rellenos de diferentes ingredientes, que simbolizan la unidad familiar.

No es casualidad que todos apunten su mirada al cielo esa noche. En los tres años que llevo en China he comprobado que la luna llega puntual a su cita, se posa en lo más alto del cielo y presume su vestido de lentejuelas plateadas. Se ve resplandeciente, como en ningún otro día.

  

Los llamados panes de luna (月饼) imitan la redondez 
de este satélite en su fase plena. Foto: Gabriela Becerra

En vísperas de la Fiesta del Medio Otoño. 
Foto: Gabriela Becerra
 
Bombardeo publicitario

Desde la apertura del mercado chino han entrado al país miles de nuevos productos y marcas que, en menor o mayor medida, han modificado las tradiciones.
 
Los primeros rellenos del pan de luna eran de pasta de semilla de loto, fríjol rojo, dátil, azúcar, cacahuates (maní), chícharos dulces, ajonjolí (sésamo) y taro, un tubérculo cultivado en muchas partes de Asia tropical.

Hoy en día se pueden encontrar en el mercado los más diversos rellenos que abarcan desde los ya mencionados, pasando por el jamón, la carne, el huevo, las nueces y almendras, hasta el chocolate, helado, queso crema, tiramisú, té verde y café.

Hay para todos los bolsillos y gustos. 
Foto: Gabriela Becerra

Empresas extranjeras como la estadounidense Häagen-Dazs y la francesa Wedomé, compiten con las marcas chinas para conquistar el paladar de mil 340 millones de consumidores que, como mínimo, comen un pan de luna durante las fiestas del otoño.

Häagen-Dazs fue una de las primeras empresas 
en hacer un pan de luna con relleno de helado 
y chocolate. Foto: Gabriela Becerra


Las marcas aprovechan al máximo los espacios 
publicitarios del metro para anunciarse. 
Foto: Gabriela Becerra

Esta firma francesa ofrece rellenos 
de mermeladas. Tomada de www.wdmcake.cn
 
El alto poder adquisitivo del que hoy disfrutan muchos chinos, su curiosidad por experimentar nuevos sabores, el feroz bombardeo publicitario, y su gusto cada vez más creciente por los alimentos azucarados, le ha permitido a las marcas extranjeras entrar a millones de hogares chinos en una de las fiestas más arraigadas en la cultura del dragón asiático.

Muchos chinos prefieren un estilo más tradicional
y siguen comprando sus panes en la tienda Daoxiangcun, 
que goza de fama en Beijing. Foto: Gabriela Becerrra

Otros van al centro comercial, donde encuentran 
más variedad de rellenos, precios y marcas, ya sea 
nacionales o extranjeras. Foto: Gabriela Becerra


¿De dónde viene la tradición?

Desde los primeros tiempos de la humanidad, la belleza de la luna sedujo a los mortales, quienes en su afán de tratar de entender el mundo en el que vivían llegaron a considerarla una diosa. 

Hace más de tres mil años, en China se realizaban ceremonias rituales en la noche del 15 de agosto del calendario tradicional, para agradecer por las buenas cosechas, orar por las futuras y por el bienestar de la familia.

Las ofrendas a la luna consistían en panes redondos que imitaban la forma de la luna llena, así como manzanas, uvas, sandías, dátiles y ciruelas. Al terminar el ritual, se partía el pan de acuerdo al número de integrantes de cada familia para disfrutarlo.

Esta ceremonia se convirtió en fiesta nacional durante la dinastía Tang, que gobernó del año 608 al 907.

Sin embargo, la tradición de regalar panes de luna tiene su origen en una rebelión del pueblo contra la dinastía Yuan, fundada por los mongoles y que gobernó del año 1279 al 1368.

Cuenta la historia que los gobernantes de la dinastía Yuan permitían a cada familia tener solamente un cuchillo en casa, para evitar que el pueblo se sublevara. 

Sin embargo, a los líderes de la revuelta se les ocurrió meter en los panes un mensaje para convocar a un levantamiento en contra de los mongoles el día 15 del octavo mes. 

Para difundir el plan y no levantar sospechas, aconsejaron a los vecinos regalarse unos a otros los panes en vísperas de las fiestas de otoño.

No cabe duda que las ideas novedosas perduran y se transforman con los años. Hoy en día, los panes ya no tienen mensajes que incitan a la rebelión, pero sí rellenos diversos y se siguen regalando en estas fiestas del otoño.

Foto: Gabriela Becerra