miércoles, julio 11, 2012

Bodas chinas, un capricho de los padres y la sociedad

Desde que llegué a China, hace más de dos años y medio, tenía la curiosidad de saber cómo se celebraban las bodas. En menos de un mes me invitaron a dos. 

Sabía que ya no eran tan tradicionales como antes, pero nunca imaginé que incorporaran tantos elementos occidentales y cristianos, ni que el objetivo fuera realizar un evento parecido a un show de televisión, donde paradójicamente el amor entre pareja no es el protagonista, como sí lo son las apariencias y el capricho de los padres. Explico por qué.

En China existe una gran presión social en muchos aspectos de la vida personal, uno de ellos es el matrimonio.

Después de que los jóvenes terminan la universidad y se incorporan al campo laboral, los padres comienzan a insistir para que busquen pareja, se casen y tengan hijos, de preferencia antes de los 30 años.

Debo mencionar que la pareja tiene que ser previamente aprobada por los progenitores. Y como ellos tienen la última palabra, algunos jóvenes optan por delegarles la búsqueda de sus futuros espos@s (en otra entrada hablaré de este tema)

La mayoría de los jóvenes terminan casándose con alguien a quien no aman para darles gusto a sus padres, ya sea por obediencia, temor social o tradición. Hay que recordar que en China la familia, sobre todo los padres, son profundamente respetados.

Por eso, la mayoría de las bodas son organizadas y pagadas por los padres. Son ellos los que se lucen ese día, los que se felicitan por haber unido a sus hijos en matrimonio.

Las dos bodas chinas a las que asistí me parecieron un espectáculo, casi un show de televisión, donde no se permiten las improvisaciones. Tan es así que en la invitación estaba la secuencia de los actos que tendrían lugar, como “el intercambio de regalos” y “el brindis”.

La primera boda a la que asistí me dejó boquiabierta por su gran organización, parecía una ceremonia de entrega de premios TV y Novelas o algo así, había camarógrafos y fotógrafos por todas partes.

La ceremonia inició con un video donde se narraba la historia de amor de los novios. Quitándole lo cursi, el video técnica y narrativamente estaba muy bien hecho, tenía calidad cinematográfica.

Y si de show se trata, los novios son los que ponen el ejemplo porque preparan un número artístico para entretener a sus invitados.

Aunque de la religión cristiana se conoce muy poco en China, es increíble cómo se han adoptado algunos elementos del rito matrimonial, ya sea por moda, por imitación de algunas telenovelas, o por admiración a la cultura occidental, a la que desean parecerse cada vez más.

Actualmente, las chicas se casan con vestido blanco y largo. Y el novio lleva un traje negro.

Recuerdo que uno de los momentos más álgidos de ambas celebraciones fue cuando la novia entró al salón de fiestas tomada del brazo de su padre, y comenzó a caminar lentamente por una larga pasarela, como si entrara a la iglesia. En el otro extremo, el novio la esperaba con un ramo de flores. La marcha nupcial se escuchaba de fondo.

Una vez que el padre “entregó” a su hija, la pareja se hizo algunas promesas parecidas a las del rito católico, como “prometo serte fiel” y “amarte hasta la muerte”. Después se dieron los anillos y algunos obsequios. En lugar de un sacerdote, toda la celebración fue presidida por el maestro de ceremonias del salón de fiestas.

Quizá la única ceremonia de tradición china fue cuando los novios ofrecieron a sus padres una taza de té en muestra de agradecimiento. Lo mismo hicieron con los suegros, a quienes prometieron cuidar y obedecer, como si fueran sus propios padres.

Foto tomada de Internet

Otro de los elementos que le dio un toque chino a las bodas es que, de los tres cambios de ropa que hace la novia, uno de ellos es para lucir el qi pao, un vestido tradicional ajustado a la silueta, que se usa en color rojo cuando se porta como traje de novia.


Foto tomada de Internet

A la fiesta no se acostumbra llevar regalo, pero sí dinero en un sobre rojo llamado hongbao, cuya cantidad varía dependiendo de la cercanía que tengas con los novios.


Foto tomada de Internet


A diferencia de las bodas mexicanas, en donde los invitados sacan del clóset sus mejores ropas, incluso algunos se las compran exclusivamente para la ocasión, en las chinas se va hasta en short, ropa deportiva y sandalias.

En el norte de China, las bodas se celebran por la mañana. A las que asistí comenzaron a las diez y terminaron tres horas después.

Una característica de los eventos sociales chinos es que todo está acomodado para que suceda de cierta manera. No hay espacio para la espontaneidad, el desorden, la fiesta y la alegría desbordada.

En eso han coincidido mis colegas latinoamericanos, acostumbrados al descontrol festivo, a las bodas maratónicas  que terminan al amanecer.

En ambas bodas nos ha pasado lo mismo. Después de varios brindis, justo cuando se alcanza la alegría que da cualquier bebida alcohólica, cuando tu inconsciente espera que la música comience a sonar y tu cuerpo está listo para danzar al ritmo que le toquen, los chinos se despiden y abandonan el salón. Lo peor de todo, es que a esa hora, la una de la tarde, no hay a donde seguir la fiesta.

Debo confesar que me ha decepcionado cómo se festejan las bodas en China, quizá porque esperaba encontrar algo más tradicional o, por lo menos, la alegría de compartir el amor que se tienen dos personas, pero me topé con las apariencias, el acartonamiento, el espectáculo y la adoración e imitación por todo lo que tiene que ver con la cultura occidental.