sábado, febrero 12, 2011

Egipto dice adiós a Mubarak

Ha caído el dictador. Ayer me fui a la cama sabiendo que el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, decidió permanecer en el poder, lo que había enfurecido a su pueblo. Pero esta mañana me convencí de que las revoluciones son posibles en el siglo XXI.  De que existen jóvenes con la ilusión de transformar su presente y ciudadanos que, a pesar de sus diferencias religiosas, son capaces de unirse para derrocar un régimen autoritario y construir una democracia.

La revolución de Egipto debe contagiarnos, porque el triunfo de un pueblo, lo es también de la humanidad. Porque independientemente del país de donde seamos, del régimen político que nos gobierne o la cultura de nuestros pueblos, todos tenemos el derecho de soñar y luchar por un mañana distinto.

Aunque nada asegura que el proceso de transición vaya a ser realmente democrático, nadie puede negar que el hecho por sí mismo es un parteaguas en la vida política y social del país árabe.

Los egipcios han logrado derribar a un hombre sediento de poder, alguien que quería seguir gobernando a través de sus hijos y sobrinos, pero todavía les falta construir un país donde se escuchen todas las voces, donde se defina el rumbo que habrán de seguir y la forma en que elegirán a sus nuevos gobernantes, ésa es la verdadera meta, la que muchos movimientos sociales extravían en el camino, ya sea por desorganización, intereses encontrados, ambición o traición.

Después de 18 días de protestas y uno que otro enfrentamiento entre opositores y partidarios de Mubarak, los egipcios están desgastados, pero la euforia de la victoria que hoy estalla en sus corazones, debe alcanzarles para el proceso más difícil que está por comenzar: la transición.

No será sencillo, sobre todo por el activismo de Estados Unidos en el conflicto, que tras la partida de Mubarak declaró que “prestará la ayuda que sea necesaria para conseguir una verdadera transición a la democracia”.

El país norteamericano también ha dejado claro que mueve sus piezas como mejor le conviene. Aunque respaldó la dictadura del gobierno de Hosni Mubarak por 30 años, le dio la espalda cuando observó que los manifestantes tenían la firme determinación de tumbarlo del poder.

Como se dice en México, le midió el agua a los tamales. Sabía que si apoyaba a Mubarak su ya desgastada imagen de promotor de la democracia iba a ser todavía más cuestionada, como empezaban a hacerlo diferentes medios de comunicación.

Si de tontos no tienen un pelo. Así que vieron de qué lado mascaba la iguana, y optaron por pedirle a Mubarak que escuchara el clamor de su pueblo y “tomara una decisión valerosa”.

Estados Unidos quería enviarle al mundo la señal de que simpatizaba con los manifestantes y que se mantendría al margen del conflicto, aunque en el fondo sabemos que no cederán del todo el timón a los egipcios, al menos cuando sus intereses se vean afectados.

Aunque Mubarak descartó a Omar Suleiman, aliado de Estados Unidos y pieza clave en el conflicto, para asumir el control temporal de Egipto, dejó al Ejército al mando, lo que también beneficia al país norteamericano, porque es quien lo instruye y mantiene.

Esperemos que Estados Unidos utilice su influencia sobre el Ejército de manera positiva y no entorpezca la transición. Ya tiene una deuda con el mundo, pues en Irak no logró construir un régimen democrático y se negó en varias ocasiones a retirar sus tropas del territorio, donde combatieron por siete años, durante los cuales miles de civiles perdieron la vida y el país quedó sumido en el caos.

Hace un mes, Túnez puso el ejemplo, Egipto lo secundó, y hoy la ilusión de cambiar la realidad, de construir un mejor porvenir comienza a encubarse en otros países de Oriente Próximo, como Argelia, Marruecos, Yemen y Libia.

Aunque algunos expertos en el tema han advertido que podría darse el efecto dominó, precisan también que cada país tendría que hacerlo a su ritmo.

Por ahora, Argelia está convocando a través de Facebook a manifestarse en todo el país y en el extranjero. No cabe duda que Internet y sus redes sociales también están teniendo un papel protagónico en aquel país africano, como sucedió con Túnez y Egipto. Habrá que esperar a ver cómo se desarrollan los hechos.

Mientras tanto, los egipcios tienen una gran tarea por delante, pero hoy se sienten orgullosos de su triunfo, se abrazan unos a otros hasta las lágrimas. Incluso los militares, que al principio observaban cautelosos el furor de su pueblo no resistieron más y se unieron al júbilo que en este día reina en el país árabe más poblado.

Contagiémonos pues de la alegría y el triunfo de un pueblo, porque hoy más que nunca el mundo está obligado a soñar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario