lunes, febrero 07, 2011

Un viaje a 327 km/hr.


Los había visto en fotos cuando estaba en México, había escuchado hablar de ellos, pero esta vez viajé en uno a 327 kilómetros por hora. Mi curiosidad por ir a Tianjin tenía que ver más con subirme en un tren de alta velocidad que por conocer esta ciudad, una de las más pobladas de China.
Foto: Gabriela Becerra


Mi asombro comenzó desde que llegué a la estación sur del ferrocarril de Beijing, la más grande de Asia, que sólo cuenta con trenes de alta velocidad y fue inaugurada en 2008, con motivo de los Juegos Olímpicos.

A diferencia de otras que he conocido en China, esta no parecía una estación de tren, sino que, por su extensión, servicios, tecnología y diseño se asemejaba más a un aeropuerto.

Su estructura ovalada, de 320 mil metros cuadrado, cuenta con una sala de espera que tiene la capacidad para recibir a 10 mil pasajeros. Además, dispone de 24 plataformas para transportar a más de 30 mil viajeros por hora.



Foto: Gabriela Becerra

Su modernidad se puede apreciar en cualquier detalle, desde las máquinas que te venden los boletos, con un sistema en chino e inglés que indica los destinos, horarios, precios y demás información sobre las rutas, hasta las puertas y escaleras eléctricas para entrar a los andenes. Sin olvidar desde luego la modernidad de sus trenes. No hay pasajero que se resista a tomarse la foto con el protagonista de la estación.

Foto: Juan Carlos Zamora


Toda esta similitud con los aeropuertos y sus aviones no es mera coincidencia. China le está apostando fuerte a los trenes de alta velocidad. Incluso algunas aerolíneas han reconocido que representan una competencia muy fuerte, pues los pasajeros consideran que son más prácticos (no hay que estar dos horas antes en la terminal para documentar), baratos, puntuales y seguros.


Si las aerolíneas no quieren que los trenes de alta velocidad les coman el mandado, tienen que ofrecer al viajero otros incentivos. Algunas ya lo han hecho, como China Eastern Airlines, que tras la inauguración de la  línea de alta velocidad Shijiazhuang-Taiyuan, bajó sus precios. Mientras que otras han firmado acuerdos con los aeropuertos para mejorar su puntualidad.

En ese sentido, los trenes de alta velocidad si se toman la puntualidad muy en serio. Lo comprobé. Una vez que ocupé mi asiento y el reloj marcó las 10:30 horas en la pantalla electrónica del vagón, como lo indicaba el boleto, el tren partió.

En esa misma pantalla observé también cómo la velocidad iba ascendiendo hasta alcanzar los 327 kilómetros por hora, sin un sólo zarandeo o ruido, una estabilidad que me dejó sorprendida.

A través de la ventana vi pasar en varias ocasiones, como de ráfaga, los trenes que iban en sentido contrario, recordándome la velocidad a la que viajábamos sin apenas percibirlo.

Por un momento cruzó por mi mente lo que pasaría si el tren se impactara a 327 kilómetros por hora. Recordé algunos estremecedores accidentes de tren que han sido noticia. ¿Qué pasajero no se ve asaltado de repente por estos fatídicos pensamientos?

Para mi tranquilidad, me enteré después de que el tren de alta velocidad es el vehículo de transporte más seguro del mundo, y el que menos víctimas mortales deja, superando al avión.

Durante mi trayecto a Tianjin también me distraje observando a las edecanes que, con su look parecido al de las azafatas de las aerolíneas, vendían réplicas en miniatura del tren de alta velocidad, un souvenir que muestra el orgullo de China por su red ferroviaria de alta velocidad, la más larga del mundo, con 7 mil 531 kilómetros.


Foto: Gabriela Becerra



Debo decir que el gigante asiático no sólo cuenta con la red ferroviaria más extensa, sino con el tren más rápido del mundo, que une la ciudad de Wuhan con la de Cantón, en el sur del país, a una velocidad de 350 a 400 kilómetros por hora.

Pero no sólo eso, China cuenta con el único tren de levitación magnética del mundo en uso comercial (de tecnología alemana), que funciona bajo el principio de rechazo de los polos magnéticos del mismo signo, principio que de niños comprobamos cuando jugamos con imanes. Al rechazarse los polos, el tren consigue despegarse de las vías y, al hacerlo, logra velocidades impresionantes.

Se me olvidaba mencionar que, como en todos los trenes de China, existen diferentes tipos de boletos. En el caso de Tianjin, el de primera clase cuesta 120 yuanes, y en el de segunda hay de 69 y 58 yuanes. Yo compré este último y a cambio me tocó un asiento cómodo y reclinable.

A diferencia de mis anteriores viajes, el boleto no tuve que reservarlo con varios días de anticipación. Por la corta distancia que existe entre Beijing y Tianjin, y debido a la importancia que tiene esta última ciudad, los trenes salen cada 15 minutos.

No cabe duda que China le está apostando fuerte a transportar a sus ciudadanos de una manera rápida y eficiente. Y por eso se ha propuesto en esta década contar con una red de alta velocidad de 16 mil kilómetros, con trenes circulando a 350 kilómetros por hora.


La última vez que viajé en tren, de la ciudad de Cheng de a Beijing, me había quedado con un mal sabor de boca por las difíciles condiciones en las que todavía viajan millones de chinos, pero este trayecto me hizo ver que China realmente está interesada en modernizar su sistema de transporte, aunque le llevará varios años si tomamos en cuenta la extensión de su territorio.

Si China sigue invirtiendo en trenes de alta velocidad, no sólo le ahorrará a los pasajeros tiempo, sino el calvario que muchos tienen que pasar cuando viajan, pues van amontonados en los vagones viejos y mal ventilados, con asientos duros y, en algunos casos, ocupando pasillos y cualquier rincón que encuentren para sentarse.


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