miércoles, septiembre 14, 2011

Experiencias de mi viaje a Xinjiang. México en cualquier rincón del mundo

Miércoles 10 de agosto, 2011.

El despertador sonó a las siete de la mañana, pero lo apagué para dormir otros diez minutos. Conforme pasan los días me siento cada vez más cansada. Estar de vacaciones también agota.

A las 15:30 horas despegaría el avión que me llevaría otra vez a Urumqi, la capital de Xinjiang, así que salté de la cama para visitar el último punto que me faltaba en Kashgar: el Mausoleo de Yusuf Has Hajip.

Yusuf Has fue un reconocido escritor uygur. Foto: Gabriela Becerra.

En el siglo 11 escribió un largo poema titulado “Kutadgu Bilig”, 
que se traduce como “El conocimiento de la felicidad”. 
Foto: Gabriela Becerra


Foto: Gabriela Becerra

Foto: Gabriela Becerra
                             

  Foto: Juan Carlos Zamora

  Foto: Juan Carlos Zamora

Después de visitar la tumba del poeta me dirigí al aeropuerto, el más pequeño y tranquilo que he conocido en China, donde por primera vez pude documentar sin largas filas y sin tener que correr desesperadamente por temor a perder el vuelo.

El avión aterrizó en Urumqi pasadas las cinco de la tarde, y como había que aprovechar la luz del día, abordé un taxi a la estación de autobuses, donde cogería a su vez el camión que me llevaría a la ciudad de Turpan, localizada a dos horas de la capital.

En la carretera hacia Turpan no había mucho que ver, sólo llanuras desérticas donde de vez en cuando aparecían algunos generadores de energía eólica, así que me entretuve viendo el tablero digital del autobús, que marcaba cómo iba aumentando la temperatura conforme nos acercábamos a la ciudad más caliente de China, en donde llegan a registrarse temperaturas de hasta 50 grados centígrados.

La ciudad de las uvas me recibió a las nueve de la noche con 33 grados. Después de instalarme en una habitación para mochileros, de esas que se caen de viejas y polvorientas, me salí a buscar algo de cenar.

En esas andaba cuando una voz en español me preguntó: “¿Vos sos de Chile?”. Era María, una chilena que ha vivido en la Ciudad de México por cinco años.

Cuando le aclaré que era mexicana, dijo sonriendo: “A donde quiera que voy hay algo de México, nada menos hoy conocí a una pareja que vivió cuatro años en Aguascalientes y aman tu país, al igual que yo”. Justo iba pasando el matrimonio: Christian Greiling , de Francia, y Ormi, de Tailandia.

Inmediatamente recibí un efusivo abrazo de los dos cuando les dije que era mexicana. El francés, haciendo uso de su buen español, o mejor dicho, de su excelente mexicano, me contó con palabras como “no manches”, “qué padre” y “güey”,  que habían sido muy felices en tierra azteca, a donde juraron regresar algún día.

La tailandesa, con su incipiente español, sujetó a su esposo y comenzó a bailar mientras cantaba: “Como me duele, como me duele, como me duele que te saquen a bailar…”. Su marido le siguió el juego entonando: “Pero te vas a arrepentir cuando veas que no es nada, tu belleza comparada, con lo que yo a ti te di…”.

El reloj marcaba las once de la noche cuando nos sentamos en unas mesas sucias de una cenaduría. Observados por los últimos chinos que comían en aquel lugar, los rostros de Christian y Ormi se iluminaban al recordar la Feria de San Marcos, la hospitalidad y generosidad de los mexicanos, y la comida picante. 


De Izquierda a derecha. María, de Chile; Juan Carlos y yo, de México; Christian Greiling, de Francia, y Ormi, de Tailandia. Foto: un chino desconocido


Recordaron cuando no tenían dinero para viajar al interior del país y sus amigos los invitaban, y el trato amable que recibió Ormi en la Casa de Cultura de Aguascalientes, a pesar de no hablar español.

Entre brochetas de cordero, cerveza de Xinjiang y el crujiente pan árabe me di cuenta de que para los extranjeros México es mucho más que descabezados, corrupción y promesas políticas en tiempos electorales.

Me quedé pensando si para nosotros, los mexicanos, también lo es, o si en medio de tanta desolación, violencia e incredulidad ya se nos olvidó quiénes somos y a dónde vamos.

Aunque ahora vivo fuera de la "jungla", no significa que esté exenta del miedo con el que vive la gente que amo y tema por su seguridad, amenazada en más de una ocasión; pero estando de este lado del mundo también me he dado cuenta de que la mayor riqueza de México sigue estando en su gente. Porque si bien es cierto que la epidemia ha contagiado a muchos, somos mayoría los mexicanos que sabemos extenderle la mano al amigo, que trabajamos honestamente para ganarnos la vida y que deseamos vivir en paz.


Para todos los viajeros interesados:

Entrada al mausoleo de Yusuf Has Hajip: 30 yuanes
El autobús que va de Urumqi a la ciudad de Turpan sale de la estación de autobuses del sur, enfrente del parque acuático. Sale frecuentemente y hace dos horas de camino. Precio: 25 yuanes.
El Turpan Hotel, de la misma cadena que el Seman Hotel en Kashgar, cuenta con habitaciones de distintos precios. Hay habitaciones compartidas para tres personas con baño y aire acondicionado, donde por 50 yuanes te haces de una cama individual. Aquí también puedes encontrar el restaurante John´s Café, donde te ofrecen buen servicio y comida china y occidental a un precio accesible.

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