Hace exactamente dos meses estaba en Hainan, una provincia insular de
China, cubriendo el Foro de Boao para Asia 2013, en donde participó el
presidente de México, Enrique Peña Nieto, a invitación de su homólogo Xi
Jinping.
Dicho gesto me pareció un buen acercamiento para ir sanando una relación
que andaba en la cuerda floja, con heridas del pasado ocasionadas por varios
factores, entre ellos la reunión que alguna vez sostuvo el ex presidente Felipe
Calderón con el Dalai Lama, jefe espiritual del budismo tibetano.
Lo mejor de todo en que Xi y Peña decidieron no comprar problemas ajenos,
y como presidentes recién elegidos optaron por el “borrón y cuenta nueva”. Además,
Xi sabe que su homólogo pertenece a otro partido político (Partido
Revolucionario Institucional) que si algo hay que reconocerle es su manejo de
las relaciones diplomáticas.
Lo que nadie se esperaba es que en ese reencuentro entre México y China en
abril pasado hubo un coqueteo que derivó en enamoramiento, pues han
transcurrido sólo dos meses y ambos mandatarios dejaron del lado el océano que
los separa para volver a reunirse.
Foto tomada de la página web de Radio Internacional de China |
A diferencia de la visita que hizo Peña a China, la de Xi Jinping es de
Estado y ya se firmaron acuerdos importantes en materia de minería,
infraestructura, energía y educación. Por cierto, de 40 becas que antes se
ofrecían a estudiantes mexicanos para estudiar en China, ahora se otorgarán 300.
Cuando otros países sudamericanos estaban sacándole provecho a la
bonanza de China, México estaba durmiendo en sus laureles, parece que ya va
despertando. Y si este enamoramiento apunta a un matrimonio, México debería ir
escribiendo sus capitulaciones matrimoniales, estableciendo en primer lugar las
plataformas para nivelar la balanza comercial que existe a favor de China, un
tema que tenemos pendiente.
Cuando entrevisté a Peña Nieto en el Foro de Boao para Asia me dijo que Xi
Jinping había mostrado una gran disposición para estrechar la relación con
México y que sólo faltaba el compromiso y la voluntad política del gobierno
mexicano para trabajar en la ruta del acercamiento. Todo indica que esta
disposición se está dando. Los cimientos están colocados, falta construir el
edificio completo. México tiene un gran reto por delante.
Y si bien es cierto que falta mucho y tenemos grandes desventajas para
competir con China, al menos México se ha dado la oportunidad de coquetear con
Asia, cuando sólo tenía ojos para mirar a su eterno enamorado Estados Unidos.
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